Mujeres: Un rostro de pueblo
Las mujeres tenemos en nuestras manos el sartén de la sobrevivencia, de la vida y de la cultura. A más de concebir y parir a los hijos e hijas, estamos llamadas a garantizar la satisfacción de las necesidades básicas y somos las que guardamos y transmitimos las tradiciones, costumbres, valores y saberes ancestrales. Por otro lado, la agudización de la pobreza está provocando que cada vez más los hombres dejen el campo y migren a la ciudad, descargando todo el trabajo de la tierra en nuestras manos. Esto es lo que los “entendidos” e intelectuales llaman la feminización del campo.¨
Cierto es que esta situación nos ha sobrecargado de trabajo a las mujeres pero con una mirada positiva, podríamos decir que “no hay mal que por bien no venga” porque ahora estas nuestras mano, en nuestro corazón y en nuestra cabeza, la posibilidad de “volver los ojos al campo” y reencontrar en la tierra, la fuerza de los hombres y las mujeres del campo para combatir al modelo neoliberal y al Tratado de Libre Comercio que nos quieren imponer, y sobre todo para construir desde allí nuestra soberanía política y alimentaria. Dirán que suena bonita, pero la pregunta es ¿y cómo lo hacemos?
Intentando iniciar con algunas respuestas concretas y prácticas, las mujeres campesinas, indígenas y negras de la FENOCIN, reunidas en nuestro último encuentro nacional, reconocimos que, sin haberse propuesto, el TLC nos está dando una oportunidad: la de revalorizar lo propio, lo de adentro, la de reencontrar nuestra fuerza en la tierra y en la cultura, y desde allí, convertir a la casa, a la plaza y a la calle en los tres caminos de oposición y resistencia al modelo neoliberal y al TLC.
Con rostro de pueblo y coraje de mujer construimos nuestra fuerza política y nuestra soberanía alimentaria.